Cuanto vale dormir tan custodiado… de expertos cínicos y botones dorados…

Por Martín Ravazzano 

Los barrios populares de las ciudades mas pobladas de nuestro país siempre han sido los lugares donde la represión golpea de manera mas puntual y selecta, sobre todo en los últimos tiempos luego del caso Chocobar y en la última semana contra la organización La Garganta Poderosa. Esta más que claro que el sistema capitalista sin represión no cierra y que la variable de ajuste es claramente es clase trabajadora y el pueblo en general. Sin embargo, dentro de la clase trabajadora la juventud constituye el blanco del aparato represivo, como lo atestiguan los datos que cada año denuncia Correpi: el gatillo fácil contra los pibes del barrio es sido moneda corriente y aumentó desde la llegada de la “democracia”.

En los barrios del conurbano bonaerense, del Gran Rosario o incluso Córdoba, la policía, gendarmería o prefectura detienen por portación de rostro - estereotipando a los pibes morochos o con gorra y conjunto deportivo - ya que para estos siniestros personajes esto es motivo más que suficiente para detenerlos, en el mejor de los casos o para asesinarlos en el peor. A este aspecto hay que agregarle la vinculación del aparato represivo con todos los delitos habidos y por haber, como el tráfico de drogas, la trata de personas, prostitución o delincuencia común. No podemos olvidar el caso de Luciano Arruga, que por no acceder a las exigencias de la policía terminó muerto y desparecido por años.

Es tal el grado de descomposición del aparato represivo, que hace inviable las tesis de "sindicalizar" a estos personajes, ya que esto mismo generaría mas cohesión de parte de los verdugos de la clase trabajadora y el pueblo. La realidad en los barrios es tan cruel para la juventud que amerita un análisis del rol que juegan las fuerzas represivas, apareciendo entonces las preguntas: ¿Alcanza con que a los comisarios los elija la comunidad o es necesario el desmantelamiento del aparato represivo..? Todos sabemos que las fuerzas represivas están diseñadas para garantizar el orden burgués establecido y, si bien el origen de clase de las fuerzas represivas es popular, esto no es condición suficiente para verlos como trabajadores, ya que lo que determina es su práctica cotidiana: son personas adiestradas para ir contra todo lo que implique subvertir el orden establecido. 

En las últimas semanas se pudo observar la persecución desatada contra la comunidad afro descendiente de la Capital Federal que vive del trabajo en la vía publica, lo que merece todo el repudio y la mayor solidaridad para con los migrantes, que para los de arriba constituyen "un nuevo-viejo enemigo" a quien atacar. ¡Ni tan viejo ni tan nuevo! No podemos olvidar la caza diaria a la que eran sometidos los migrantes colombianos por parte de Berni durante el gobierno de Cristina, por lo tanto nada muy distinto de lo hace hoy Bullrich con los trabajadores y el pueblo afro. 

Queda claro que los migrantes , la juventud pobre , los pueblos originarios, los trabajadores en lucha y los desocupados son hoy por hoy enemigos, a los que el Capital Financiero Trasnacional apunta, porque constituyen, quizás, algunos de los sectores mas dinámicos de las luchas anticapitalistas. El capitalismo a nivel mundial está en crisis y la represión, por lo tanto, está a la orden del día, lo que significa que debemos preparar la resistencia para después pasar a la ofensiva y poder terminar de una buena vez por todas con los verdugos de la clase trabajadora y el pueblo.

En ese sentido, la arremetida de la ministra Bullrich contra La Garganta Poderosa, pretendiendo vincular a esa organización política y social con los narcotraficantes, es algo muy grave, ya que desde el gobierno quieren dejar instalada en la opinión publica, esa idea. Una acusación que carece de toda razon, pero que es total y absolutamente natural para estos personajes, que se manejan con el mecanismo perverso del "miente, miente que algo quedará…" mientras que nada dicen del asesinato de Kevin a manos del aparato represivo del estado, o de los 6 prefectos investigados por ejercer la tortura dentro del barrio. ¡La clase trabajadora debe asumir esta guerra no declarada, denunciando sistemáticamente estos casos ante los organismos de DDDHH, para avanzar hacia la expulsión de sus territorios a las fuerzas represivas!

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